¡Es el amor, estúpidos! o MYHYV
como lectores de Zygmunt Bauman
Para aquellos
que no se han acercado a un libro de Weber y no han leído eso de que la
modernidad llevaba consigo el desencantamiento del mundo y, corolario
inevitable, que eso del amor se va al garete, pueden estar tranquilos. Dos
instancias fundamentales de nuestra actualidad se han encargado de hacérnoslo
saber: Zygmunt Bauman y Sexo en Nueva York. Aparecen, además, como contrapunto
uno del otro: Bauman (Amor líquido,
2003) nos dice que el amor ya no es lo
que era, que las relaciones ahora son frágiles, virtuales, utilitarias,
higiénicas, fáciles de usar y, lo más trágico, desechables.
Entonces
interrumpirán ustedes y se preguntarán sorprendidos, quizá indignados tras
escuchar las palabras del sociólogo de nuestro tiempo: ¿para qué MYHYV? ¿para
qué tanto buscar, si el amor ya no existe, si ahora las relaciones son sólo
sexo, y los individuos, pervertidos por el mercado, mercantilizados y alienados,
se fijan solamente en el exterior, abandonados a la lógica del consumidor, y no
ven personas sino objetos, de los cuales les interesa solamente su bella
fisonomía? ¿para qué -insistirán ustedes- si las relaciones no son duraderas,
la sinceridad ha perdido su significado, y ya no se puede decir "te
quiero" sino un deje de ironía?
Miguel Brieva, Dinero |
Es
posible que ese mismo instante, en un arrebato histérico, en un crescendo del fragor de su enfado, tiren
por la ventana su ejemplar de Perdona si
te digo amor, y que, al comprobar que esa edición de bolsillo consagrada al
amor romántico -esa impostora esencial que les ha generado vanas esperanzas- no
es capaz, en su cualidad de compacto, de romper el cristal y cruzar el umbral
de la república independiente de su casa,
es posible -decíamos- que se vean obligados a lanzar también la trilogía entera
de Crepúsculo, infundados en la
seguridad newtoniana que esos mamotretos romperán sí o sí el cristal. Aun con
todo, son muchas las posibilidades que el sonido del cristal al romperse no
aplaque por entero su ira y piensen que la saga de vampiros tampoco era tan buena como para realizar
tal función catártica. Por ese motivo pueden verse conducidos por un daimon a usar como proyectil todo aquel
objeto que ya no sea un ídolo de vuestra devoción al Amor Verdadero y,
aprovechando la irregular salida de emergencia recién abierta en la ventana,
procedan diligentemente a expulsar de su humilde morada los CD's de Pablo
Alborán, El Canto del loco y Maldita Nerea, junto con la edición de
coleccionista de El diario de Bridget Jones
y las seis temporadas de Sexo en Nueva York.
"Espera
un momento" dice la voz de la consciencia o del subconsciente, que bien
podría ser la de Emma 'Hermes' García, poniendo de manifiesto aquello que no
sabes que sabes. "Espera un momento pues, eso de 'amor de feria', y la
liquidez de la relaciones, la fragilidad esencial de una esfera que ha perdido
todo su valor, no era el lugar de dónde partía Sexo en Nueva York?¿No era lo
que sabía Samantha?¿No es aquello que nos ha enseñado Carrie? Pero, y más
importante, ¿no es verdad que aún es posible el amor? ¿no hay un excedente que
va más allá de la materialidad, de la fragilidad, de la mercantilización? ¿no
hay cosas que el dinero y la cirugía estética no pueden comprar?".
La
consecución irrefrenable de estos sabios pensamientos ha hecho que te quedarás
petrificado con las siete temporadas de Sexo en NY en la mano en una posición
cercana a la del Discóbolo. Crees tener que sentarte a reflexionar, a sacar
rédito de las resonancias que aún puedes notar en tu cabeza. Te das cuenta que
frente a ti está el televisor, aún encendido, y que -¡cómo pasa el tiempo!- ya
son las doce y media y es hora de MYHYV (porqué, claro está, tenias puesto
Telecinco). Decides mirarlo, como para ahuyentar ese momento socrático de
autointerrogación dialéctica y obsesiva acerca de tus propias convicciones, y
es entonces cuando te das cuenta de:
1) Los protagonistas de MYHYV son lectores de
Zygmunt Bauman.
2) Los protagonistas de MYHYV son conscientes que el
amor verdadero no se da a primera vista, sino que es fruto del trabajo: la comunicación,
la sinceridad, la intimidad, la comprensión y el respeto son elementos
fundamentales para construir una relación.
Y, por lo tanto:
3) Si te esfuerzas, en el amor, nada es imposible.
La falacia de Jano como
condición de posibilidad para el amor
Ok. Bien. Vamos a ponernos teóricos. Lo que hemos
querido destacar con ésta recreación pantomímica era la tesis que Eloy
Fernández Porta ha expuesto en Emociónese
así: «No vivimos en una cultura materialista y utilitarista donde los
viejos y buenos valores se han perdido: vivimos en una cultura de raíz
cristiana donde los valores que fundaron las diferencia entro lo íntimo y lo
público, entre el amor y el dinero, siguen muy presentes, tanto más cuanto el espectáculo de su transgresión reafirma
su poder simbólico». Y no sólo esto: «en el estadio del capitalismo en que
nos encontramos [el fenómeno de la reificación de los afectos] no es solo un
ente represor de la voluntad; es, sobre todo, un dispositivo productor de subjetividades, que las genera y las codifica
a la vez».
La
imagen que Bauman y tantos otros presentan en sus estudios sociológicos no es
una revelación esencial que tenga que impresionar a sus lectores en tanto se
den cuenta de que hemos perdido el paraíso, que esa edad ya pasó y resulta que,
encima, era de oro. Antes bien, de hecho, la consciencia de la mercantilización
y reificación de los afectos, de los estragos perversos de un capital omnímodo
que se ha apoderado de las personas, sus consciencias y sus relaciones, la
encontramos muy extendida por el tejido social. Ese discurso condenatorio no
es, por lo tanto, la excepción, sino la condición de posibilidad de otro
discurso sobre el amor y los afectos.
Esta
idea que el verdadero amor romántico -irracional, gratuito, orgánico y privado-
es contrario a las categorías del capitalismo es lo que Fernández Porta
considera bajo el nombre de Falacia de Jano: «consiste en contemplar el pasado
con ojos idealistas y filosóficos a la vez que se mira el presente con
escepticismo sociologista». Paradójicamente, si algo define la ética mediática
sobre los vínculos afectivos es el bombardeo constante de prescripciones,
soluciones en diez pasos, panaceas instantáneas o largos caminos de aprendizaje
que, lejos de exhortar la celebración dionisíaca, de incitar al sexo duro y sin
amor, en fin, a la carnavalización absoluta y a la disolución final de las
relaciones, se centran en la racionalización, intelectualización e indexación
de las emociones, en la conformación de conductas y el trabajo en el
comportamiento, en el auge de un nuevo sistema de valores que ponen al
individuo y su interés como centro de elección racional.
No
hay, por lo tanto, extinción del amor romántico, sino redefinición, como muy
bien saben los participantes de MYHYV. Si nos ocupamos de este programa en
cuestión no es tanto que hito de una cultura decadente y podrida, sino como
caso paradigmático y diáfano del nuevo
dispositivo productor de subjetividades que tiene en el amor una de sus
principales bazas. Eva Illouz
denomina a este nuevo dispositivo ethos
romántico: «en el marco de la cultura contemporánea, el amor se sitúa en la
consciencia divide entre la utopía de la autorrealización creativa y el
desencanto de saber que nuestra vida es la pálida sombra de las fantasías
poderosas que crea la máquina de consumo».
Hay
por lo tanto una oposición entre las historias que nos contamos sobre la vida y
la vida que nos montamos sobre las historias, entre las ficciones reales y las
realidades ficticias. Los tronistas y los pretendientes de MYHYV son
conscientes de la alta codificación de los discursos sobre el amor, aunque de
veras no hayan leído nunca a Bauman ni a La Rochefoucauld con eso de que hay personas que jamás se habrían enamorado
si no hubieran oído hablar del amor. "Sí, está bien -parece decir Rafa
Mora, uno de los más conocidos participantes- quizá Luhmann tenga razón, y el amor no sea un sentimiento, sino solamente
un código de comunicación simbólico de acuerdo con cuyas reglas de expresan, se
formulan o se simulan determinados sentimientos, pero coño -seguiría
diciendo el bueno de Rafa- ahí está Lucía La Piedra, emblema nacional y símbolo
de la pornografía, la personificación absoluta de como la sexualidad puede ser
reducida a un producto, manufacturada y consumida, pero, ¡mira, mira! también ella puede enamorarse, y no de
un perfecto Ken, como cabría esperar, sino de Pipi Estrada, que hasta en el
nombre es ridículo".
Los
protagonistas de MYHYV saben que poco o nada pueden usar la retórica del amor a
primera vista, han flexibilizado el horario laboral de Cupido porque son
conscientes que la retórica del amor romántico únicamente es consistente el 14
de febrero. En resumidas cuentas, saben que el amor tiene un valor moralmente
más elevado que el sexo per se, y se
preguntan, con Romeo, ¿es posible ser auténticos? Añadiendo, a la clásica
pregunta: ¿es posible ser auténticos en medio de un plató de televisión, cuando
estoy siendo económicamente retribuido para encontrar el amor, cuando los
intereses materiales son los que marcan el compás de todos y cada uno de los
acontecimientos? La respuesta no es solamente sí. La respuesta es: precisamente
por eso vas a encontrar un amor auténtico, porque va a sobreponerse a todo eso.
Ya
no se trata tanto de fundar la relación en la atracción sexual (los tronistas
hacen girar sobre su propio eje a los pretendientes, para admirar su cuerpo,
pero sólo eso: todos saben que el
exterior tampoco importa tanto), sino que deben fundarla en el
conocimiento. El lenguaje que se usa para hablar de ese amor es el de
"sinceridad", "compañerismo", "comunicación",
"diversión", "trabajo", "cimientos",
"construcción", etc. En este
sentido, el tempo de la relación es lento, pues, como apunta Fernández Porta,
contra las relaciones frágiles y solubles «crecen y fructifican las relaciones
sólidas. Al imaginar esa ilusoria relación pura, las parejas toman en cuenta
varios factores, entre ellos la compatibilidad, el sentido del humor..o la
certidumbre de vivir en una época en que ese vínculo es excepcional y valioso».
Por
lo tanto, MYHYV no es sino la escenificación final de ese proceso de elección
racional aplicado a las emociones que permite las transacciones entre sus
protagonistas en un Mercado Interaccional en el cual el capital emocional es la
moneda de cambio (Randall Collins, 2005). Además reproduce a pequeña escala,
como una caja china, el modelo de reafirmación del poder simbólico a partir de
la transgresión: antes, cuando trazábamos la cartografía del plató y sus
extramuros, así como el papel de alguno de sus personajes, apuntábamos a unos espacios de verdad. Mientras que el
plató y el intercambio de pareceres mediático puede mostrarse como una penosa
actuación y una pantomima guionizada, los encuentros, las citas -aquello que ha
pasado fuera del programa o aquello que el protagonista no puede decir o no
sabe decir porque está demasiado emocionado, y Emma Hermes debe acudir al
rescate, aparece como la verdad esencial, aquello que transgrede los códigos-
es el lugar donde la autenticidad puede hacer aparición.
Mujeres y Hombres y Viceversa supone, en
último término, la consagración de un ethos
romántico basado en la racionalidad, en una concepción terapéutica del
sujeto, que dispone sus relaciones en vista a su salud emocional, y que ve como
un trabajo la creación de relaciones sólidas. Tras el Apocalipsis del trato interpersonal, es el workaholismo en las relaciones lo que, finalmente, si -como
tronistas- ponemos manos a la obra para extraer conocimiento de los
pretendientes, para así poder trabajar mejor, el excedente, la plusvalía de
nuestro esfuerzo será el amor.
"Dejemos
atrás a Hollywood, a Federico Moccia y a Pablo Alborán: no nos montemos
historias sobre la vida, montemos la vida sobre las historias. Eres tú el
tronista de tu vida: el mundo es el mercado de pretendientes, pero cuidado no
vayas a pillar una relación frágil y posmoderna, que de esas abundan. Tu
esfuérzate, y ya verás".
Podemos
entender ahora porqué Fernández Porta alerta que «la fórmula de la originalidad
en el capitalismo es la de los anuncios de burdeles: "contigo sí",
fórmula que postula una elección meditada y selectiva en un contexto donde
reinan la promiscuidad y la indistinción».
Buenas,
ResponderEliminardisculpa, habré llegado hasta tu blog de casualidad, y la verdad es que me he quedado atrapado en un bucle interesantísimo con tus textos pues engarzan perfectamente con cuestiones que trato en un trabajo de fin de máster que estoy elaborando sobre bataille y arte surrealista y el concepto de cut up como paradigma, el caso es que me ha redireccionado a la cita que te adjunto y me interesaría para trabajarla a priori antes de adquirir la lectura, preguntándome -si es el caso que cuentas con ella a mano- y me podrías especificar la página en que viene del libro, ya que en google books no aparece en vista previa. La mencionaré para un artículo mío y estaría interesado en concretar la localización vaya.
Gracias de antemano. Saludos y felicidades por el blog!
[…] Falacia de Jano, que consiste en contemplar el pasado con ojos idealistas y filosóficos a la vez que se mira el presente con escepticismo sociologista. Esa falacia suele ser el resultado de tomar un caso extremo, presentarlo como si hubiese sido representativo de su momento histórico y cotejarlo con otro ejemplo hiperbólico del presente, siempre con la mirada puesta en un pasado que jamás se describe en detalle y siempre se explica de manera anacrónica. […].
Fernández Porta, Eloy. Emociónese así: Anatomía de la alegría (con publicidad encubierta). Ediciones anagrama, 2012.