4.03.2011

el maravilloso mundo de Fernández Mallo

El hacedor (de Borges), Remake es el último libro de Agustín Fernández Mallo. Debo reconocer que de no ser por la evocación de Borges, y por el hecho de que, hace ya un tiempo, vi como Fernádenz Mallo recitaba uno de los cuentos, no me lo habría leído, pues no me cuento entre los fieles adeptos a la lectura de su Proyecto Nocilla.

     En este último libro, creo que ha conseguido construir un verdadero mundo poético autónomo, capaz de recoger dentro de sí una serie de elementos (literarios, cinematográficos, informáticos) sin caer en la dispersión y el paroxismo del que, a mi parecer, pecaba en su trilogía. Quizá sea yo un lector demasiado ortodoxo. Aún con todo, creo que aquí Fernádez Mallo ha cuajado su universo en el mundo mágico y metafísico de Borges: ha despojado una realidad onírica, de refracciones y imágenes engañosas, de todos sus elementos infraestructurales, de lo propio del argentino, y lo ha substituido por otro mundo, igual de mágico, el mundo de la tecnología. Los tigres, Dante y Cervantes, el infinito o los espejos desaparecen de los cuentos para abrir las puertas a otro mundo duplicado, el de Google Maps, a las escenas ensoñaciones lychianas, a los cómics de Marvel o a los universos paralelos de Lost.  
     Como el Borges que suplanta al otro Borges, Fernández Mallo ha suplantado todo su universo. Creo que el gran acierto del libro consiste en seguir a Borges hasta donde la ortodoxia de su postpoética se lo permite: quizá la mejor muestra esté en el cuento Una rosa amarilla, donde el protagonista, encerrado de noche en el Instituto Cervantes de Nueva York, se pregunta y piensa y se obsesiona en si una cámara de vigilancia lo estará gravando, y en quien estará delante de la pantalla, que alumbrará la pantalla que contiene su imagen reflejada en la casa del vigilante, o en su despacho, o en el mismo Instituto Cervantes de Nueva York.
   Otro cuento que permite ser conscientes de hasta que punto es capaz de aprehender los principios axiológicos que rigen el universo del argentino es Mutaciones: en él, el mundo se duplica a través del mapa interactivo en el iPhone del protagonista, y Google Maps ejerce de espejo borgeano, doblando la perspectiva de la realidad, tratando de hacer coincidentes el mundo virtual y el mundo real. El clímax inexcusable está en la tercera parte de ese relato, en la fusión que se da entre el mapa, la película de Antonioni, la expedición que fue a reconstruir la película de Antonioni, y el vídeo con Mónica acercándose en la pantalla, a punto de cruzarla, pero quedándose para siempre, perdida como se encontraba, en el mundo virtual.
   Dejo, por último, el video de la conferencia que vi hace ya un tiempo, en dónde Fernández Mallo lee el cuento que en el libro recibe el título de Parábola de Cervantes y el Quijote.


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